jueves, 2 de septiembre de 2010

NORTEAMÉRICA 2010. CANADÁ ESTE




...............16 de setiembre.
Llegamos a Toronto nosotros y la valija de Cuca, pero no la mía. Hicimos el reclamo. Veremos.
17 de setiembre.
De mañana, cuando salíamos del hotel, vimos en la página web de Westjet (la compañía aérea) que la valija había aparecido, y que la enviarían al hotel.
Fuimos a la Torre de Toronto, una enorme y esbelta estructura de hormigón que tiene 2 miradores arriba. El de abajo tiene 350 mts de altura, y en parte tiene el piso de vidrio, para los que nos animamos a pararnos y ver vacío hasta 350 mts más abajo. Cuca no quería, pero cuando nos íbamos la convencí (tendría miedo que la escrache en el blog). El mirador de arriba está a 447m (4 cuadras y media de alto), y dicen ellos que es el más alto del mundo. Impresiona ver chiquitos a edificios muy grandes, que forman como una pantalla frente al lago Ontario. Después de almorzar confirmamos por teléfono que la valija estaba en el hotel y tomamos un ferry que va a unas islas que están frente a Toronto, para ver con más perspectiva la pantalla de edificios y la torre. Volviendo a la ciudad, a las 17 horas, nos sorprendió ver hordas de gente por las calles del Distrito Financiero (donde están los edificios altos), dirigiéndose a la estación de Subte.
De tardecita nos encontramos con Ruben Carrasco, hermano de mi amigo Luis Eduardo Carrasco (que por esta zona se lo conoce como "el Tato") y Sra., que nos invitaron a una opípara cena y luego a una sobremesa en su linda casa.
Toronto también es una ciudad multirracial, con más proporción de negros que Vancouver.
Nosotros viajamos con valijas muy chicas, lo que tiene sus ventajas e inconvenientes. Las ventajas son obvias, cuando debemos cargarlas en grandes trayectos y escaleras. El inconveniente es que por ser tan chica, no la vieron cuando descargaron el resto de las valijas del avión, y siguió derecho a Halifax, que era el próximo destino del avión, según investigaciones detectivescas de Cuca a partir de stickers que vinieron con la valija. Y ahora que tengo valija, me doy cuenta lo chiquita que es la pieza del hotel. Cuando no duermo, la valija está arriba de la cama para poder caminar, y cuando duermo la pongo en el piso. El baño es minúsculo (1.45x1.35), con un escalón al medio, y otro hacia la pieza. Para ir al WC debo subir 2 escalones, y al volver, bajarlos, cuidándome de no pegarme la cabeza contra el marco de la puerta. Me tengo que bañar agachado. Pero no me quejo. Puedo dormir y tengo baño privado.
18 de setiembre.
Día dedicado a caminar Toronto. Fuimos al mercado, para ver los canadienses consumiendo, recorrimos la zona del Financial District, para observar sus enormes edificios, hoy vacíos por ser sábado, y luego recorrimos unas plazas donde se observa gran movimiento de gente. En una de ellas, llamada Dundas, estaba lleno de caras raras, manifestando por cualquier cosa, con mucha pinta de drogadictos.
19 de setiembre.
Levantamos el auto, un Hyundai Accent, también automático y con piloto automático, y salimos para las Cataratas del Niágara. No son muy altas, apenas 50m. En Uruguay tenemos de 30m, así que no es tanta diferencia. La diferencia está en la cantidad de agua y el ruido que hacen. Y que a estas las visitan 12 millones de personas al año y a las uruguayas 12. En realidad son 2 cascadas, una en territorio de USA y la otra en la frontera USA-Canadá. Pero ambas se observan mejor desde Canadá. Al caer el agua, forma gotitas microscópicas, que se elevan como una neblina, y forman una nube chica y casi permanente arriba de la catarata, que cae en forma de lluvia a los que nos acercamos mucho a mirar. Las vimos desde una torre de 158m sobre la parte alta, desde la parte alta y desde abajo en un barco con trajes de lluvia. Además volvimos de noche para verlas iluminadas de colores. Vale la pena conocerlas.
20 de setiembre.
Empezamos el día con bruto desayuno en el Bed & Breakfast, que logró que aguantáramos hasta las 17 sin probar bocado. Después fuimos a darles la última miradita a las cataratas desde arriba del auto nomás, y comenzamos a recorrer los 26km de la carretera que bordea el río Niágara, aguas abajo de las cataratas, hasta la desembocadura en el Lago Ontario. El río recorre un cañón de 50 a 70m de profundidad, mientras la carretera va por arriba.
Luego de bajar un ascensor dentro de la roca, y recorrer un túnel también dentro de la roca, llegamos a nivel del río, en una parte angosta del cañón, lo que originaba gran turbulencia del agua.
En un lugar llamado Whirlpool, desde 2 miradores distintos, observamos el mismo fenómeno desde arriba.
Entre los lagos Erie y Ontario hay casi 100m de desnivel. Con caudales grandes y diferencias de altura importantes, es lógico generar energía eléctrica. Ni represa necesitan, ya que el lago Erie hace de represa. Usan sólo la mitad del caudal posible, y dejan la otra mitad para que las Cataratas sigan atrayendo turistas con U$D como nosotros. Entonces vimos 2 grandes centrales hidroeléctricas (una en USA y otra en Canadá) que toman agua del Erie con canales y la vierten en el Niágara mucho más abajo.
Después nos metimos en una bodega a degustar Ice Wine (Vino del Hielo). Dejan pasar la época de la cosecha sin cosechar la uva. se le caen las hojas por el frío y siguen sin cosechar. Cosechan recién cuando hay 8 grados bajo cero y las uvas están congeladas. Es un vino exquisito (y caro). Yo tomé muy poco, porque tenía muchos km por delante para manejar, pero Cuca, como una hora después repetía cada 5 minutos "¡Qué rico que estaba!"
Después fuimos a un pueblo que se llama Niagara on the Lake. Es un belleza, con todas las calles llenas de flores, con casas carísimas, con jardines muy bien cuidados.
Para poder navegar del Erie al Ontario, hicieron un canal con muchas exclusas. Vimos una de ellas cuando operaba para que pase tremendo barco.
Después hicimos casi 400km para llegar a Kingston.
Ahora escribe Cuca: Ayer elegí yo por internet hotel y parking en Niagara; el parking barato pero céntrico y el hotel, según Hugo "como elegido por Cuca". Se imaginan entonces que me desquité de la pocilga (con "baño" ensuite) de Toronto.
21 de setiembre.
Quisimos conocer el centro de Kingston. Como sabíamos que era por la calle del hotel derecho, no prendimos el GPS. Al rato, nos dimos cuenta que era derecho, pero para el otro lado, entonces desistimos de la idea, y fuimos a hacer lo que teníamos programado, que era el paseo en barco por las 1000 islas, que comenzaba a 50km de Kingston. El lago Ontario desagua al océano a través del río San Lorenzo. En la unión del río con el lago, hay más de mil islas, de diversos tamaños, muy lindas, con casas en muchas de ellas, en general muy lujosas. La mitad de las islas (en superficie) es canadiense, y la otra mitad, yankee. 100 km más adelante fuimos a ver otro 3 estrellas de la Michelin, que se llama Upper Canada Village. No les cuento como era, porque estaba cerrado los martes, a pesar que nuestras 2 guías decían que estaba abierto. Avanzamos más de 200km, cambiamos del Inglés al Francés, y fuimos al Parque Omega, un parque donde están en libertad los animales más típicos de Canadá, y nosotros lo recorrimos sin bajar del auto, para que ningún bicho nos coma. Por fin vimos los osos. Hicimos casi 100km más y llegamos a Monte Tremblant, donde por primera noche en el viaje no tuvimos wi fi. Recorriendo km en Canadá uno no se aburre de mirar paisajes, por los distintos colores del follaje de otoño, que por estos lados ya se comienza a apreciar.
22 de setiembre.
Nosotros dormimos en la parte del pueblo de los pobres (aunque por acá no hay muchos pobres). De mañana fuimos a la parte de los ricos, como a 10km, en la base del Monte. Impresionante el lujo de hoteles y casas, muchas en la ladera de la montaña, con vista al lago. Muy agradable para caminarlo, ya que es muy chico. Después subimos en cabina colgante a la cima de la montaña a ver la vista, que estaba bien recomendada. Después de Whistler es el centro de esquí más renombrado de Canadá. A continuación fuimos a un pueblito llamado Santa Ágata de los Montes, donde almorzamos nuestra vianda en unas mesitas en la orilla del lago. Después hicimos casi 500km hasta Baie St Paul, en el Golfo de San Lorenzo.
23 de setiembre.
Seguimos alojados en Baie St Paul. De mañana recorrimos el centro del pueblo, lleno de ateliers de pintores, y fuimos a St Joseph de la Rive a tomar un Ferry para recorrer la Isla Coudres. No era gran cosa, y para peor el Ferry de vuelta se rompió, y nos hizo perder una hora. Por suerte el ferry era gratis. Después fuimos al Cañón Ste Anne, 60km hacia el otro lado. Un lindo espectáculo de cascada adentro de un cañón, con puentes colgantes, y colores de árboles.
24 de setiembre.
Arrancamos temprano, para tomar un barco para ver ballenas que sale de Bahía Santa Catarina a 120km de distancia. Vimos ballenas, algo más cerca que en Punta del Este y vimos los chorros cuando respiran. No les vimos revolear las colas como se puede ver seguido en Punta, ni las vimos saltar afuera del agua, que alguna vez hemos visto por nuestros pagos. Lo único distinto que vimos fueron ballenas blancas. Son chicas y las vimos de lejos, porque son una especie protegida. Hacía 6 grados, con viento y garúa al principio, y después lluvia. Mucho frío y mucha plata (65U$D cu) en relación a lo que vimos. Al retorno, el barco tenía 2 paradas. Teníamos que bajarnos en la primera. Bajé y no vi a Cuca por ningún lado. Hice detener el barco para buscarla adentro y no la vi. La llamaron por los parlantes y no contestó. Al final el barco partió hacia el segundo destino y yo me quedé adentro, y la seguí buscando y la encontré. Se había confundido de parada. Después la compañía del barco nos llevó hacia adonde habíamos dejado el auto en shuttle+ferry+shuttle.
Seguimos luego hacia nuestro destino final Chacoutimi, paralelo a un lindo fiordo. Todo el trayecto bajo agua fuerte, con alerta meteorológica y todo. A pasar del agua disfrutamos un lindo pueblo llamado Santa Rosa del Norte. Además la carretera atraviesa el Parque Nacional Saguenay, y está rodeada de árboles, que a medida que avanza el otoño, tienen cada día más lindos colores.
25 de setiembre.
Exploramos el extremo del Fiordo de Saguenay (Chicoutimi y La Baie). Se ve que es una zona muy paisajística, pero no la disfrutamos mucho por la garúa y la baja visibilidad.
Arrancamos para Quebeq, donde devolvimos el auto con 2179 km recorridos. Caminamos un poco, y se ve que es una linda ciudad, con una escala más humana que Toronto.
26 de setiembre.
Estuvimos horas y horas caminando por la ciudad vieja de Quebec. Gran parte está arriba de un cerro, así que además, subimos y bajamos. Es una joyita, imposible de describir en pocas palabras. Por algo es el primer centro urbano de Norte América en ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La parte alta de la ciudad está amurallada, sus calles y plazas son multicolores. Es el lugar donde hemos visto más turistas de todo Canadá.
Teniendo en cuenta valores promedio para esta época del año, la probabilidad de que lloviera era 50%. Tuvimos suerte que no llovió, aunque estuvo bastante nublado. Hizo un frío bárbaro, con una máxima de 9 grados, y con viento en las partes altas.
Quisimos ver la parte vieja de noche. Lo hicimos, pero se nos complicó: Debíamos combinar 2 ómnibus. Resultó que el 1ero no pasaba de noche (19 y 30). Tomamos otro que había que caminar 3 cuadras para combinar. Pero nos pasamos de parada y hubo que caminar 6+3=9 cuadras. Cuando las hicimos, vimos que el ómnibus pasaba por ahí, pero 20 metros arriba de un muro. caminamos 6 cuadras más para encontrarlo. Cuando subimos, el chofer nos dijo que nuestro boleto por el día no servía, pero se apiadó de nosotros. Llegamos y estaba lindo, con los edificios importantes iluminados, pero casi sin gente. A la vuelta fue más fácil.
Para los canadienses en general, el mundo termina en la frontera sur de USA. Cuando decimos South America, piensan en el sur de USA. Si decimos Uruguay, nos miran con cara rara, a pesar que hoy en la calle vimos a un tipo con un bandoneón tocando La Cumparsita. Alguno que sabe algo de fútbol (son pocos), saben que Uruguay o Paraguay o algo parecido, salió bien en el mundial.
En esta zona francoparlante, la gente parece más tranquila respecto a la delincuencia. Acá llegamos al alojamiento y no había nadie, excepto un número de teléfono para llamar. Llamamos y nos dijeron que en los buzones de correspondencia estaba nuestra llave. La agarramos y entramos. pero lo mismo podía hacer cualquiera que pase. En cambio, en Vancouver, mi amigo tenía alarma en la casa, y la ponía de noche aunque esté adentro. La explicación que encuentro, es que acá se ven muchos menos inmigrantes, y entre los nativos no hay chorros.
27 de setiembre.
Terminamos de ver algunos puntos de interés de la ciudad vieja, sobre todo de la parte baja, repetimos algo de la parte alta, cruzamos en ferry el Río San Lorenzo para ver la parte alta en perspectiva, y recorrimos algo extramuros. En particular, subimos a un edificio muy alto que funciona como observatorio, desde donde hay vistas muy lindas. Se ve una ciudad con pocos edificios grandes, con mucha vegetación verde, amarilla, naranja y roja, con el río, y con montañas al fondo. Al igual que ayer, el tiempo nos acompañó: Hasta salió el sol y paró el frío.
Al igual que en Montevideo, se ven carros tirados por caballos por el centro de la ciudad, con 2 pequeñas diferencias: 1. En lugar de basura, llevan turistas, y 2. El lugar de bostear en la calle, llevan como unas bolsas entre las piernas y la cola, para juntar toda la bosta que hacen. Funciona bien. Ana: ¿Porqué no se lo imponés a los compañeros hurgadores?
Un emblema de esta ciudad (al igual que muchas otras de Canadá) es el Hotel Fairmont, que se destaca en toda foto por su tamaño, y por su ubicación sobre el cerro. En el lobby del hotel hay, desde hace años, un perro, que ya es un símbolo del hotel. Tiene un empleado cuidándolo las 24 horas. Los hoteles Fairmont son de superlujo, y fueron construídos hace más de 100 años por la compañía que hizo los ferrocarriles de Canadá, para ampliar su negocio promoviendo el turismo. Y lo consiguió.
28 de setiembre.
Llovía, y lo sabíamos desde el día anterior. Entonces nos levantamos tarde, e hicimos tiempo para esperar que salga el bus que nos lleva a Montreal. Como no manejaba, aproveché a disfrutar los colores del otoño. Se parecen al Mago: Cada día están más lindos. Llegamos a Montreal, nos instalamos, y salimos a recorrer calles con movimiento nocturno (Crescent y St Denis)
29 de setiembre.
De mañana recorrimos la parte antigua de la ciudad. No me llamó la atención. Tal vez sea porque vengo impresionado por la Ciudad Vieja de Quebec. Luego fuimos a la Villa Olímpica, donde se celebraron las Olimpíadas del 76. La estructura del Estadio Olímpico impresiona. Una enorme ménsula de 175 mts de alto, inclinada 45 grados, de la cual cuelga el techo del Estadio. Esa ménsula tiene un ascensor inclinado, que nos permitió ver una vista de la Villa Olímpica y de todo Montreal y alrededores. También dentro de la Villa Olímpica está el Jardín Botánico. Es enorme. Recorrimos a pie el jardín Chino y el Japonés (espectacular, como todo buen jardín japonés, sumado a los colores del otoño). El resto lo recorrimos en un trencito. Cuca no quería más nada, y la acompañé al hotel.
En el medio de Montreal queda el Mont Royal, y en él hay un mirador con linda vista. No quise dejarlo para mañana, porque lloverá (acá siempre aciertan), entonces me fui solo. Desde arriba del ómnibus vi otro mirador que me pareció interesante, y me bajé para verlo primero. Después me pareció lindo intentar llegar al segundo mirador por senderos internos del parque, hasta que me perdí. Había unos adelante mío, con un plano, pero estaban tan perdidos como yo. Entonces me acordé que el GPS sirve no sólo a choferes perdidos, sino también a peatones perdidos, y llegué a destino. La vista valía la pena.
Hasta ahora, a pesar de que somos jóvenes, simulamos ser viejos de 65 ó más, para entrar barato a todos lados. Pero para pasajes en ómnibus (Quebec a Montreal, y Montreal a USA), pasamos a ser viejos de verdad, porque en esos casos la edad tope es 60 en un caso, y 62 en el otro. Y mostramos orgullosos nuestros pasaportes.
30 de setiembre.
De mañana fuimos al centro financiero y comercial bajo agua. En varias oportunidades aprovechamos la ciudad subterránea, un laberinto de túneles que conectan grandes comercios, las bocas de subte y otros puntos de interés. Y cada túnel es como un Shopping, con comercios a ambos lados. Pero nos perdemos adentro, porque tienen indicaciones de como llegar a un centro comercial, pero no sobre como llegar a las bocas de subte. Nos llamó la atención en Montreal ver mucha gente mangueando por la calle, lo que no era común en el resto de Canadá. También nos llamó la atención que los trabajos al aire libre no se suspenden por lluvia. Es común ver gente en andamios a 50mts del suelo, limpiando vidrios exteriores de rascacielos, a pesar que no paró de llover ni un minuto. Se ve que el SUNCA de acá tiene poca fuerza.
Como de tarde seguía lloviendo, me entregué: acepté acompañar a Cuca a un Museo. Ni les cuento lo que vi, algún día Cuca les contará. Menos mal que era gratis.
Como este hotel no tiene microondas, y a Cuca no le gusta la comida fría, encontró un supermercado con microondas. A mediodía compró comida tibia adentro de una bolsa, y, antes de pasar por la caja, la puso en el micro. La bolsa se prendió fuego dentro del micro, y casi se arma un incendio. Resulta que la bolsa estaba recubierta interiormente de un metal, que se recalentó y prendió fuego el papel. De noche repitió el experimento. esta vez las lasagnas estaban frías, pero en recipientes de plástico, y funcionó todo bien, y estaban riquísimas.
1 de octubre.
Nos vamos en ómnibus para USA. Mientras esperamos el ómnibus, vimos una efusiva despedida de 2 mujeres de veintipoco. Una se iba y la otra se quedaba. Se vieron abrazos, caricias, mimos, caritas, chupones, etc. Debe ser normal en Montreal, pero soy un viejo chapado a la antigua, y para peor, uruguayo. Por eso me llamó tanto la atención. Otro tema a destacar, es la amabilidad de los canadienses. Para todo. Hasta me pone nervioso. Me acerco al cordón de la vereda para cruzar la calle, y los autos que vienen a media cuadra se detienen y esperan a que yo me decida a cruzar. Si un peatón canadiense va a Montevideo, no sobrevive.
AQUÍ SE TERMINA EL CAPÍTULO DEL ESTE DE CANADÁ. YA ESTÁN EN www.picasaweb.google.com/hugocuca (ELIGIENDO CANADÁ ESTE 2010) LAS 253 FOTOS DE ESTA PARTE DEL VIAJE. MÁS ABAJO SIGUE EL BLOG CON EEUU.

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